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La Sirena

Actualizado: 21 ago 2022

Bienvenid@s a la sección de cuentacuentos: aquí encontrarás cuentos con voz y también por escrito. Espero que acompañen tu camino como acompañan el mío... que puedas crecer en ellos como hace mi corazón.

Te los contamos con voz y mucho amor en YouTube y en iVoox.


Ilustración: Zhe Titi


Existió una vez una sirena que vivía en un río rodeada de alisos, de brisa de montaña y de peces de agua dulce. Era pequeña y brillante, alegre y de buen corazón. Su pelo era rizado, fuerte y profundo, igual que su mirada. Podía pasar horas nadando por las aguas del río, charlando con los peces y las nutrias. Había días lluviosos en los que se sentía muy cerca de las nubes y días soleados en los que sacaba la cabeza del agua para dejarse acariciar con ternura por los rayos del sol. Su vida era tranquila y apacible. Incluso los días que había tormenta o nieve, ella podía recorrer tranquila la profundidad del río, sin sentir frío ni hielo. Sin embargo, se daba cuenta de que le faltaba algo, pero no conseguía averiguar el qué. Cuando hablaba con las nutrias, sentía que le hubiese gustado conocer también a la garza. Cuando se encontraba con la garza, sentía que podría estar mejor hablando con los peces. Cuando el sol acariciaba su piel, sentía un pequeño vacío entre sus escamas. Y cuando la lluvia la conectaba con el cielo, sentía ganas de ser nube y poder dejarse llevar por el viento.


Era una tristeza escondida que aparecía en los momentos menos sospechados. Y, como un relámpago extraño, le recordaba que algo no estaba bien. Sin embargo, la sirena continuaba su vida, su rutina, buscaba cada vez más peces con los que hablar, garzas, nutrias, ranas. Pensaba y pensaba, sin llegar nunca a la solución a su vacío. Un día nadaba perdida en sus pensamientos, cuando vio aparecer nadando a contracorriente a un salmón viajero. “Quizá”, pensó, “debo ir yo también a contracorriente. Si llego al principio del río podré encontrar alguien que me diga por qué me siento tan sola”. Entonces olvidó todos sus pensamientos y se dispuso a nadar contracorriente con toda la fuerza que encontró entre sus escamas. Día tras día iba avanzando río arriba: “Cuando llegue”, pensaba, “todo este esfuerzo habrá tenido sentido”. Aunque iba chocando contra las piedras y el río cada vez estaba más empinado, la sirena seguía nadando contracorriente con fuerza. El cansancio empezó a dañar sus escamas, pero ella seguía adelante. Incluso el frío de las aguas de alta montaña empezó a calarle por dentro, hasta que un día descubrió la cima helada. “Ahora que he llegado”, se dijo, “no entiendo este frío y no puedo vivir en él”. Cansada, helada y perdida, la sirena se abrazó con fuerza, cerró los ojos y se dejó ir. Perdió el miedo al dolor, pues ya sabía lo que era. Perdió el miedo a morir, pues parecía ser la única solución que le quedaba, y se entregó al río dejándose llevar por él.


Así, abrazada y con los ojos cerrados, el río la llevó por manantiales, montañas, prados, cascadas, corrientes, embalses, campos… de todos aprendió algo. En todos siguió abrazada y con los ojos cerrados. Hasta que un día, casi sin saber cómo, llegó a un lugar distinto. Era agua en movimiento igual que el río, pero era un lugar mucho más profundo, abierto, inabarcable. Su latido era más denso y, sobre todo, conocido.


La sirena abrió los ojos y comprobó que no podía alcanzar a ver la profundidad de ese lugar y si sacaba la cabeza del agua se encontraba con un inmenso cielo estrellado. Sus habitantes eran diferentes también, aunque siguiera viendo peces. Todo parecía igual de muchas maneras, pero todo se había transformado. La sirena esperó entonces la llegada de ese vacío, de ese punto de tristeza que siempre la había acompañado. Pero no llegó.

En cambio, sintió una paz profunda y una voz de mar que le decía:


"Bienvenida a casa, sirena dulce de corazón salado."


Ilustración: Zhe Titi

*

¿Prefieres escucharlo?

Desde iVoox: El Bosque Despierto

Desde YouTube: Cuentacuentos El Bosque Despierto



*


Ilustración: Anita Jeram

Tejón lector (voz y palabras): María

Rato de cuento (tiempo del audio): 5 minutos


La Sirena_ElBosqueDespierto_Cuento.mp3
.z
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Ilustración: Anita Jeram

Tejón lector (voz y palabras): María

Rato de cuento (tiempo del audio): 5 minutos


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