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Ceguera Verde y Círculos Sagrados

Actualizado: 9 ago 2020


Bienvenid@s a la sección de mundo vegetal: aquí encontrarás curiosidades verdes, plantas, historias vegetales… Todo ello para acerarnos a este mundo tan fundamental para todos.


Ceguera verde es eso que nos pasa cuando vemos una fotografía de cualquier animal en su entorno natural (como pasa en esta primera foto), pero no vemos realmente las plantas que lo rodean. En este caso vemos un ejemplar de crisomela herbácea o escarabajo de la menta (Chrysomela menthastri ) como protagonista de la foto, pero realmente la protagonista es la hierbabuena (Mentha spicata) o menta de jardín, donde este escarabajo hace vida y por el que recibe su nombre. Y no solo nos pasa con las fotografías: en general, nos cuesta identificar las plantas que nos rodean, parecen parte del paseo o de la calle, o son adornos en nuestras casas.


Ceguera verde o plant blindness es un concepto acuñado en los últimos años a una patología cultural (si se me permite llamarla así), que puede llegar a hacernos mucho daño como especie y como elemento que camina y crece sobre la Tierra. Esta ceguera habla de la desconexión que tenemos con el mundo vegetal, y asusta ya que sin plantas, no hay vida. La clorofila es la sustancia que hace que las plantas sean verdes y quien les da la capacidad a los vegetales de transformar la luz del sol, el dióxido de carbono y el agua en su propio alimento para obtener energía. Es decir, son autótrofas. La fotosíntesis (que es como se llama este proceso), es algo que todos vemos en el colegio, aunque parece que a medida que nos hacemos mayores se nos va olvidando poco a poco la importancia que tiene en nuestras vidas. Mientras que las plantas obtienen su energía de su propio trabajo (autótrofas), los animales somos, junto con los hongos, heterótrofos: nos nutrimos de sustancias elaboradas por otros seres vivos, ya sea vegetal o animal (que se alimenta finalmente también de sustancia vegetal). Estas son las sustancias que nosotros podemos digerir, absorber y transformar. No tenemos clorofila (aunque sería curioso y maravilloso poder tenerla). Por eso sin las plantas toda nuestra cadena alimenticia se acaba. Y con ella, nuestra vida. También podríamos hablar del oxígeno que nos aportan: son ellas quienes transforman los gases y aprovechan nuestro desecho de dióxido de carbono para darnos oxígeno, precisamente como resultado de la fotosíntesis. Es precioso visualizar que ellas, en vez de humo de fábrica, dan oxígeno, lo que permite que respiremos y continuemos con vida.


En la última década ha surgido este concepto de ceguera verde como llamamiento para tomar conciencia de lo que está ocurriendo. El ser humano necesita las plantas y el problema es que estamos perdiendo esa conexión con el mundo vegetal… se nos está olvidando que son más que el fondo de las fotos y el adorno de las calles o de nuestra propia casa… Como tan bien dice la bióloga y escritora Aina S. Erice: “Las plantas no son tu decorado”. Aina S. Erice es una guerrera vegetófila que ha publicado ya tres libros maravillosos (La invención del mundo vegetal, Cuéntame sésamo…, El libro de las plantas olvidadas) y os invito a que oigáis su precioso podcast La Senda De Las Plantas Perdidas y la sigáis en redes (Instagram y Facebook). Además de lo interesante que resulta su conocimiento e investigación en el campo de la etnobotánica y lo bien que lo transmite, esta escritora hace un trabajo de divulgación y acercamiento a las distintas especies de plantas que nos rodean, e incluso utiliza el hashtag #Lasplantasnosontudecorado como reflejo de esta lucha.


¿Qué podemos hacer frente a esta ceguera?


Yo creo que está en todos empezar a graduarnos la vista verde y darnos cuenta de que el mundo vegetal nos sostiene y nos abraza y que sin él, estamos perdidos. Conocerlo, acercarnos de nuevo a este mundo, nos permite amarlo y respetarlo. Y sobre todo, no olvidarlo. Yo pienso mucho en Voltaire con ese: “Hace falta que cultivemos (o cuidemos) nuestro jardín”-“Il faut cultiver notre jardin”. Con todo lo que ello implica.


Por un lado, hablamos de ese contacto con la tierra, con lo que cuidamos directamente: hay una alegría sencilla y profunda en regar la tierra, que vaya saliendo un tallito verde y ver cómo va creciendo… e incluso cómo de repente sale flor. Hay un trabajo de compromiso detrás de un jardín, constancia, agua, cuidados. Y hay mucho más. A mí un corazón sabio me enseñó hace mucho tiempo a escuchar mi jardín… Y lo hago cada día: las plantas que se dejan cuidar por mí (no me atrevo a llamarlas mis plantas), me hablan de los ciclos, de cómo cuidar lo que nos rodea pero también de una manera mucho más metafórica, cuidar de lo que somos, a nosotros mismos, permitirnos sembrar nuevas semillas, regarnos, tenernos paciencia y permitirnos crecer, florecer, soltar hojas… a nosotros y a los demás. Cuidar y respetar nuestro jardín y también el de quien tenemos al lado, porque esa persona está también arando su tierra.


¿Suya? La realidad es que la Tierra no pertenece al ser humano, sino que el ser humano pertenece a la Tierra… es necesario hacer este cambio de mentalidad y ordenar estas palabras que tienen tanta potencia. No es nuestra, somos suyos; en el gran amplio y maravilloso sentido de que nos cobija, nos guarda, y eso nos responsabiliza a cuidarla, respetarla. Como poco, aunque solo sea para empezar, debemos comprender dónde estamos en ella, qué parte de toda ella somos. Porque el ser humano es una pieza más de un gran ecosistema donde todas esas pequeñas partes están conectadas. Como un gran círculo que no tiene principio ni fin, y que cada punto de ese círculo permite darle forma y funcionar. Cada punto, ni más ni menos. Ni puntos solos, ni rayas diagonales. Formamos un círculo completo.


Rudolph Koch (un diseñador alemán muy influyente de finales del siglo XIX y principios del XX), estuvo recopilando durante años símbolos usados desde tiempos ancestrales hasta la Edad Media en inscripciones, grabados y manuscritos. En su libro El significado de los Símbolos (publicado por la editorial Dilema en 2010), hace una distinción muy interesante entre el símbolo del círculo y el del círculo con un punto en el medio del mismo: <<El círculo, no teniendo ni principio ni fin, es también el signo de Dios o de la Eternidad. Más aún, en contraste con el signo siguiente, es un símbolo de ojo durmiente de Dios. En cambio, el círculo con el punto en medio es el ojo abierto de Dios: “Y Dios dijo, hágase la luz>>.

Algo me dice que este punto que da diferencia al significado de estos dos círculos puede ayudarnos a entender cómo actuar frente a la ceguera. Está en cada uno de nosotros poner el punto en medio del círculo porque todos tenemos que abrir los ojos, pero desde lo profundo: ver realmente ese círculo del que formamos parte. Porque, a lo mejor, la raíz de esa ceguera verde que protagoniza la entrada de blog de hoy es una separación. O mejor dicho, un sentimiento de separación. Nos hemos separado del mundo vegetal, por eso nos estamos olvidando de él. Es muy peligroso que este sentimiento de separación, de “¡Ay!, ¿qué tendré yo que ver con una planta?” se haga real y que caiga realmente en el olvido el mundo vegetal. Y escribo vegetal… pero hablo de todo. Al final parece que estamos en el círculo sin saberlo, el círculo sin punto en medio: ciegos. Aunque no por ello dejamos de formar parte de ese círculo, de lo eterno, del Todo que nos sostiene. Os invito a que pongamos ese punto nuevo, abramos esa visión y nos sintamos parte de Todo. Somos ese círculo pero irremediablemente, si uno no lo ve y se siente separado, no tiene la capacidad de relacionarse con aquello que parece distinto o distante (buen juego de palabras), parece que está fuera de nuestro mundo, que no tiene nada que ver con nosotros. Además, no sabernos parte de ese círculo despierta en nosotros un sentimiento de soledad profunda difícil de calmar.


Para combatir la ceguera verde (y todas las cegueras profundas), debemos poner ese punto central, despertar, unirnos. Y, ¿quién mejor para hablarnos de sentir la vida como un Todo que un indio americano? Alce Negro fue un indio de las praderas que compartió su conocimiento y espiritualidad durante largas temporadas con el antropólogo Joseph Epes Brown (enamorado de esta cultura india y totalmente entregado a la causa de visibilizar este pueblo tan maltratado y banalizado). Dice Brown que le sorprende el alejamiento e infravaloración generalizada hacia esta cultura cuando: “La espiritualidad y vida religiosa de estos indios entronca con valores cristianos y monoteístas, no panteístas como se les suele acuñar”. Este antropólogo tiene varios libros, uno de ellos se llama El legado espiritual del indio americano, una joya repleta de tesoros entre los que se encuentra este texto, que os invito a disfrutar:


<< Habéis visto que todo lo que hace el indio lo hace en un círculo, y esto es el Poder del así porque Mundo siempre actúa en círculos, y todas las cosas tienden a ser redondas. En los días de antaño, cuando éramos un pueblo fuerte y feliz, todo nuestro poder nos venía del círculo sagrado de la nación, y en tanto el círculo no se rompió, el pueblo floreció. El árbol florido era el centro vivo del círculo, y el círculo de las cuatro direcciones lo nutría. El este daba la paz y la luz, el sur daba el calor, el oeste daba la lluvia, y el norte, con su viento frío y potente, daba la fuerza y la resistencia. Este conocimiento vino a nosotros desde el mundo exterior con nuestra religión. Todo lo que hace el Poder de Mundo se hace en un círculo. El cielo es circular, y he oído decir que la tierra es redonda como una bola, y también las estrellas son redondas. El viento, en su fuerza máxima, se arremolina. Los pájaros hacen sus nidos en forma de círculos, pues tienen la misma religión que nosotros. El sol sale y se pone en un círculo. La luna hace lo mismo, y ambos son redondos. Incluso las estaciones, con sus cambios, forman un gran círculo, y siempre regresan a donde estaban. La vida del hombre es un círculo de infancia a infancia, y así es en todas las cosas en que se mueve el poder. Nuestros tipis eran circulares como los nidos de los pájaros y estaban siempre dispuestos en círculo, el círculo de la nación, un nido hecho de muchos nidos en el que el Gran Espíritu quería que cobijásemos a nuestros hijos >>.



Os deseo días verdes, plantas cercanas y conocidas... y, sobre todo, círculos y espirales de crecimiento que sigan uniendo todos los mundos que crecen y conviven en la Tierra. 


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Bibliografía y artículos de interés:

  • La invención del reino vegetal, Aina S. Erice (2015, Editorial Ariel)

  • Cuéntame, sésamo: nueve historias sobre los poderes mágicos y reales de las plantas, Aina S. Erice (2018, Editorial A Fin de Cuentos).

  • El libro de la plantas olvidadas, Aina S. Erice (2019, Editorial Ariel)

  • El mesías de las plantas, Carlos Magdalena (2018, Editorial Debate)

  • El legado espiritual del indio americano, J. E. Brown, (1983, Sophia Perennis)

  • El lenguaje secreto de la naturaleza, Óscar S. Aranda (2019, Plaza & Janes)

  • La vida secreta de los árboles, Peter Wohlleben (2015, Ediciones Obelisco)

· "Las plantas olvidadas, un libro con paseo poético para vencer la "ceguera verde".

https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/las-plantas-olvidadas-un-libro-con-paseo-poetico-para-vencer-la-ceguera-verde/10004-4117767

· "Why 'plant blindness' matters — and what you can do about it", BBC

https://www.bbc.com/future/article/20190425-plant-blindness-what-we-lose-with-nature-deficit-disorder

· "Plant Blindness", Carnegie Museum of Natural History

https://carnegiemnh.org/plant-blindness/

· ‘Plant blindness’ o por qué no nos fijamos en las plantas que nos rodean, El País

https://elpais.com/elpais/2020/03/27/icon_design/1585295351_518718.html

· ‘Plant blindness’ is a real thing: why it’s a real problem too, The Conversation.

https://theconversation.com/plant-blindness-is-a-real-thing-why-its-a-real-problem-too-103026

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